¿QUIERES BAILAR?, ¡DEBERÍAS!
Hace un tiempo, un amigo compartió en la red un corto que me pareció muy ocurrente y me hizo reflexionar bastante sobre muchos ámbitos de la vida, no únicamente acerca de la formación y la educación, que es lo que quizá más se destaque en el vídeo.
Según la descripción adjunta al corto, éste nos explica porqué
no debemos estudiar lo que no queremos y debemos dejarnos llevar por nuestros propios
gustos y sueños. El propósito
del vídeo es recordar a los padres sumergidos en una dinámica cultural de
trabajo y consumo, que los niños son niños y que deben jugar y disfrutar su
niñez, apoyarlos en sus metas, en sus sueños y por supuesto... ¡jugar con ellos! La obsesión por procurarles lo mejor, nos puede cegar y hacernos olvidar las
cosas que dan sentido a nuestra vida, cosa que sin querer, les transmitimos también a ellos. Hace un
alegato favor de un mundo menos loco, menos consumista, con más de
inteligencia emocional.
Se trata de una conversación entre un padre y su hija. La niña quiere
ser bailarina y en un principio hace caso omiso a los consejos
de su padre, que le intenta convencer de que renuncie a su sueño. Buenas las
preguntas y reflexiones de la niña, ¡que talante!
Poco a poco los argumentos que le
plantea su padre van cayendo por su propio peso.
El mensaje y la reflexión que a mí me plantea, responde a la tónica de
los razonamientos que hasta ahora vengo planteando en mis post. Así pues,
pienso que independientemente de la edad, las personas
necesitamos desconectar, divertirnos, hacer algo que nos entusiasme,
siempre dentro de las posibilidades de cada uno y no perder el espíritu
de pasión, aventura, diversión e imaginación. ¡Qué importante es no perder esa pasión!, hacer las cosas que
realmente nos seduzcan pueden abrirnos muchas puertas. Hemos de ser
valientes y afrontar cambios, como digo, siempre dentro de las circunstancias de cada uno y las opciones que podamos aprovechar.
¡Tenemos que ponerle una sonrisa a la vida! o por lo menos intentarlo,
porque si nuestra energía
está de baja forma, a la hora de realizar cualquier actividad diaria, ya estaremos predisponiendo que los resultados no sean los deseados.
Debemos pensar en los niños y en la importancia de lo que les transferimos. Debemos pensar en qué aprovechamos nuestro propio tiempo. Y ¡debemos pensar en nosotros mismos y en lo que nos hace felices! Claro que es importantísimo formarse y labrarse un futuro, pero también, realizarse y hacer las cosas ¡qué nos apasionen!
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